sábado, 4 de octubre de 2008

A Isabella

Hidalgo debe ser mi corazón
Para escribirte estas letras, hija mía
Que me obliga la ausencia en tu partida
A recordar tu inmensidad y tu ternura
Pues fuiste de Dios digna criatura
Y de tu padre orgullo y esperanza
Tu linda risa, tu calor y tu mirada
Ahora el Señor las contempla con dulzura.

Recuerdo que al llegar a casa
Me esperabas ansiosa y saltarina
Me ofrecías un beso en tu boquita
Y mi rostro tu manita acariciaba
Más profunda que el mar fue tu mirada
Más hermosa que la luz fue tu sonrisa
A un ángel, Dios mandó llevarte a prisa
Y regalarte a su lado una morada.

Te extraño, y eso duele hija mía
Si al despertar te recuerdo en tu cunita
Si tropiezo en tu cuarto tu ropita
O al mirar tu juguete favorito
Siento un pesar que se vuelve infinito
Mi corazón se deshace como el viento
Miro al cielo y te llamo en un intento
De tocar tus alas, aunque sea un poquito.

No puedo olvidar ese domingo tenebroso
Cuando en vano te pedí que te quedaras
Un poco triste se encontraba tu mirada
Te bese, te bendije y sin saberlo
No pude presentir que lo funesto
Se presenta por la puerta sin aviso
De lo contrario me hubiese despedido
Pero mi niña...no me dieron tiempo.

Es difícil explicar lo inexplicable
Imposible olvidar cuando se ama
Tu linda estampa se esculpió en mi alma
Con cincel de amor tu lo grabaste
Para que el tiempo nunca lo desgaste
Y que la tormenta no me impida verlo
Te amo mucho, y tú vas a saberlo.
Cuando en el cielo un día te abrace.

Como padre me siento feliz
De que en el cielo tu estarás jugando
Ya no con tus pies, esta vez...volando
Pues los querubines son los favoritos
A Dios le encanta ver sus muchachitos
Por sus jardines y a sus pies sentados
Isabella hermosa, Él te ha señalado
Porque también le encantan tus ojitos.