martes, 27 de mayo de 2008

Cuerdas caroreñas

Vientos del norte y del sur
Del oriente y occidente
Juntaron cuatro vertientes
Para crear un paisaje
con un singular linaje
De hombres extraordinarios
Que esculpieron escenarios
de humanidad incandescente.

De Carora es el sol
Que aunque quema, es diferente
Su reflejo es inocente
Y su color más humano
y al pasar por el poblado
Seca, con tierna caricia
Las paredes que la brisa
Humedeció trasnochando.

Es posible que al momento
Cuando se ven sus caminos
Se piense que nunca un lirio
Podría en su tierra crecer
Lo que hace reverdecer
A las flores caroreñas
Es secreto que se encuentra
Después del anochecer

En las casas de Carora
En el centro y caseríos
Suenan cantos y silbidos
Con aires serenateros
De la noche se hacen dueños
Engalanando ventanas
Cuidadas por bellas damas
Que roban los pensamientos.

Cada niño es un artista
Heredero en tradición
De cuanto cuento y canción
Le enseñaron sus abuelos
En cuerdas haciendo duelos
De amistosa competencia
Por robarle la querencia
A las mujeres del pueblo.

En Barrio Nuevo se escucha
Igual que en la Candelaria
Cada nota legendaria
Que Rodrigo y don Alirio
Arrancaron desde niños
En cuerdas de una guitarra
No importa si fue prestada
Valió más el compromiso.

Estandartes caroreños
De música universal
Lograron cristalizar
El sueño que acariciaron
De llegar a lo más alto
En escenarios del mundo
Llevando en amor profundo
A su gente y su poblado.

Chío Zubillaga y Che Herrera
Escucharon a los niños
A Alirio como a Rodrigo
En concierto improvisado
Mas sin haber estudiado
Una nota en pentagrama
Los acordes reclamaban
De sus maestros, respaldo.

Ustedes deben salir
A formarse en una escuela
Dijo don Chío, en su tutela
Tratando de predicar
Lo que habrían de pasar
Si querían ser maestros
Recorriendo el mundo entero
Para aprender y enseñar.

Fue tormentoso el andar
De estos hombres incesantes
Cual verdaderos atlantes
Sosteniendo un duro peso
No los detuvo el tropiezo
Menos las necesidades
Que encontraron por millares
En cada comienzo nuevo.

En la Escuela Superior
De Caracas comenzaron
Con Borges y Antonio Lauro
Y Vicente Emilio Sojo
Lo que miraron sus ojos
Fue difícil de creer
Ellos vienen a aprender
Lo que no pueden los flojos.

Fue el maestro Andrés Segovia
Guitarrista sin igual
El que los hizo soñar
Con estudiar en Europa
Y con alcanzar las notas
Que solo él manejaba
Pero que quería dejarlas
En sus guitarras sonoras.

Primero fue en España
La escuela de formación
Conservatorio y canción
Fue su pan de cada día
Luego Italia escucharía
Toda su interpretación
Sonando en cada lección
Con la mayor maestría.

Hoy conquistaron el mundo
Y su recuerdo nos queda
Pero no valió la pena
Si olvidamos su trabajo
Al músico hay que elevarlo
A la condición de héroe
Sus batallas nos enseñen
Lo que no puede el desgano.

Carora siempre será
Reservorio de juglares
Que con mágicos cantares
Inspirarán al que oiga
A escuchar toda la historia
De Rodrigo y don Alirio
Sus guitarras son un mito
Que nos cubrieron de gloria.

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